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Es la historia de todos los días para los periodistas de Ciudad Juárez; las noticias se escriben entre detonaciones de coches bomba, amagos de los delincuentes, disparos con armas de alto poder, la intimidación de las estructuras gubernamentales para que no hagan públicos sus actos de ineptitud y su corrupción.
Las estadísticas asustan al más bragado de los reporteros: las estadísticas de muertes en la ciudad, en el tiempo en que se redactó este artículo de análisis electrizan a cualquiera: el jueves 7 muertos, el viernes 17, el sábado 11 ejecuciones; el domingo se creía que sería un día especial, sin que las metralletas sonaran y, en un solo evento, mataron a 6, todos jóvenes… estaban en una fiesta, al final del día la cifra de muertos llegó a 21, la segunda más violenta el del año.
Los vecinos de cada uno de estos eventos sangrientos se preguntan a diario: ¿cuándo va a acabar la violencia en Juárez? Aparentemente nadie tiene una respuesta. Todos los pronósticos han fallado.
Los cárteles de la droga han divulgado que “las armas dejarán de sonar” a partir de enero del 2011.
El gobernador electo del Estado de Chihuahua, César Duarte (PRI), prometió que amaneceríamos el año nuevo con la ansiada paz. Nadie le cree porque es un político.
Miles de personas han abandonado la ciudad; 500 maestros, según datos oficiales, han pedido su cambio a otros municipios del Estado de Chihuahua. También huyen de Juárez, de su violencia.
Cada vez que alguien se va, los que nos quedamos nos sentimos solos… la nostalgia ha embargado a Ciudad Juárez: los restaurantes vacíos, muchos de ellos ya cerraron sus puertas; han dejado de trabajar dos universidades privadas por falta de alumnos y por las extorsiones de los grupos criminales.
Nadie cree en los grupos policiacos. Algunos juarenses tienen la idea de que los cuerpos de seguridad del gobierno –enviados por el presidente de la república- les tienen miedo a los sicarios del narcotráfico; la mayoría de los ciudadanos aseguran que el Ejército y los federales están inmersos en la corrupción y que muchos de ellos roban, extorsionan, secuestran y detienen a inocentes… que están al servicio de los narcotraficantes.
PRONOSTICO ACERTADO
A principios del 2009 los intelectuales de México anticiparon que nuestro país se acercaría a un nuevo movimiento social armado. Basaban su pronóstico en las reyertas sociales que se han presentado en la historia mexicana en 1810 (la Independencia) y 1910 (la Revolución Mexicana).
Las gestas históricas pasadas fueron inspiradoras para todas las corrientes que esperan hasta hoy otra insurgencia social en el 2010, para que continúe el ciclo. No se equivocaron. La guerra ya está en las calles.
Nuevamente modelos similares a las fuerzas básica de 1810 y 1910 están en la lucha. Nos referimos a los pobres, que se han convertido en las reservas del crimen organizado que está poniendo en aprietos a la estructura gubernamental.
En tres años el país se nos fue de las manos, sin que las autoridades tuvieran la clave para evitar esta crisis social y económica.
La pregunta que nos hacen en el extranjero es sencilla de responder: ¿El problema de Juárez tiene solución? La respuesta es ¡sí!
En una plática con ex catedráticos, ex deportistas profesionales, ex empleados del gobierno de Estados Unidos y empresarios de El Paso, Texas, el comentario es generalizado.
“Yo no he ido a Juárez, ni iré, tengo mucho miedo cruzar a México”, dice uno de los asistentes a la reunión informal donde se presentó un diagnóstico de la frontera.
En los ojos de los asistentes se observa la compasión; sienten lástima por Juárez, pero no entienden el problema.?Han oído que en las calles la gente ve morir a niños, jóvenes, mujeres y adultos. Al ruido de las metralletas todos corren y si están en la escuela tienen la indicación de tirarse al piso y cubrirse la cabeza.
En la mente de muchos norteamericanos se pasea la idea de que el problema de Juárez está focalizado en la lucha que sostienen dos carteles de la droga.
Lo que se ignora es que el problema del narcotráfico es solo uno de los muchos delitos que se cometen en ciudad Juárez.
Los robos a casa habitación, los asaltos bancarios y a negocios, los miles de robos de automóviles, las extorsiones, los fraudes, los secuestros, las violaciones sexuales, los saqueos a domicilios que son abandonados, no son cometidos por el crimen organizado, sino por los llamados delincuentes comunes y una mínima parte por los miembros de los carteles.
Frente a la creciente comisión de estos delitos, el gobierno responde con un total desconocimiento de la problemática social, que es la raíz de la delincuencia.
¿Se puede acabar la violencia en Juárez?, la respuesta es ¡sí!, cuando se combata el problema social.
Los jóvenes inscritos en los delitos del fuero común y los que ha reclutado el crimen organizado, no son seres de otras galaxias, sino gente de carne y hueso con un antecedente social, regularmente de miseria o de pobreza extrema.
Frente a su realidad: niños, adolescentes, jóvenes y adultos que se quedaron sin estudios, que han sido parte de la pobreza extrema, están los gobernantes, que toman decisiones equivocadas para ‘beneficiar’ a los pobres de los pobres.
LAS GRANDES DIFERENCIAS
Las enormes diferencias entre ricos y pobres son parte del problema de violencia que vive México y particularmente el Estado de Chihuahua.
Aparte de las estadísticas de muerte, Ciudad Juárez tiene otras que son significativas: primer lugar en el peor transporte colectivo; primer lugar en divorcios; primer lugar en alto costo del gas natural; el costo de la gasolina, en un año, lo han incrementado en ocho ocasiones; tenemos el cobro de energía eléctrica más alto de todo el país, superior al que se cobra en ciudades como El Paso, Texas.
El costo de gas LP (licuado de petróleo) lo han incrementado en el 2010 en 5 ocasiones.
Tenemos ya el primer lugar en el abandono de viviendas construidas con fondos del Estado y la federación, además muchas de estas casas, aunque son reguladas por el gobierno municipal y federal, fueron construidas en zonas donde se inunda durante el periodo de lluvia y en lugares insalubres, como los canales abiertos por donde corren las aguas del drenaje de la ciudad.
El coraje social ha estado auspiciado por lo que ocurre en la política: de 1979 a la fecha, en la era moderna de esta frontera, al calor de la impunidad, los gobernantes municipales (los alcaldes), han abusado de los cargos utilizando el cargo público para quedarse con grandes extensiones de terreno, desviar el crecimiento para las zonas donde están los terrenos desus amigos y han hecho caminos para beneficiar a otros personajes de la clase alta.
Todos los alcaldes han provenido de la iniciativa privada o han pertenecen a familias pudientes. La primera acción de esos gobiernos ha sido subirse los salarios. Un alcalde de Juárez percibe un sueldo mensual que casi llega a los 10 mil dólares.
Frente a esta realidad, un trabajador gana entre mil 500 y 2 mil pesos mensuales.
PROGRAMAS INEXISTENTES
El hambre ha llegado a las colonias de Ciudad Juárez, junto con el coraje social. Los niños dejan las escuelas por el alto costo de las cuotas escolares que aparentemente cobran las sociedades de padres.
Los negocios entre esas sociedades y los directivos de las escuelas, son vergonzosos. Millones de pesos se reparten año con año al amparo, otra vez, de la impunidad.
Los niños que dejan las aulas engrosan las grandes filas del ejército que están utilizando los delincuentes. Aunque provienen de familias solventes -moralmente hablando- la sociedad no les da alternativas de éxito; los delincuentes sí.
Al gobierno no le importan estos grupos sociales. Los han ignorado durante muchos años. Las probabilidades de que uno de estos jovencitos lleguen a la universidad son nulas.
En las universidades estudian los jóvenes de la clase media, media alta y alta. Las altas cuotas por concepto de ficha de examen de admisión, colegiatura y otros gastos, hacen imposible que un pobre pueda acceder a la máxima casa de estudios.
Las becas se otorgan no por niveles de pobreza, sino por aprovechamiento académico. Nuevamente, a un pobre, que no tiene una buena alimentación, que no tiene auto ni capital suficiente para trasladarse a las cordilleras de miseria donde vive, que carece de Internet y de una buena educación básica, media y media superior, lo ponen a competir con las otras clases socioeconómicas que lo han tenido todo.
El promedio de educación en el país es de tercer año de primaria, una vergonzosa cifra del subdesarrollo.
Ciudad Juárez carece de parques públicos en buen estado. Los pocos que existen están abandonados o han sido tomados por los grupos delictivos que se han apoderado de varias zonas de la ciudad.
TOMANDO DECISIONES
Por si lo anterior no bastara, las torpes decisiones del gobierno en materia social han sido devastadoras. Hasta el día de hoy, no se puede hablar de un solo programa gubernamental que sea exitoso.
No es raro que los llamados grupos de narcotraficantes estén en armas y que maten y dejen que los maten sin el menor respeto a la vida. Pocas veces, cuando fueron niños, alguien se preocupó por ellos. Ahora pagan la factura a la sociedad, al gobierno. En su mente llevan la frase de la canción popular “si me han de matar mañana, que me maten de una vez”.
Durante años, los grupos criminales, pagaron cuota a los corruptos gobernantes que, aparentemente, sin mancharse las manos, dejaron que los grupos delictivos tomaran el control de la ciudad.
Grandes negocios en Juárez, sobre todo el de la rama inmobiliaria y la construcción, florecieron al amparo del dinero del tráfico de drogas. El costo de que estamos pagando todos es alto.
La tercera revolución o movimiento armado que se está dando en México en el 2010, tiene la peculiaridad de estar siendo perdida por el gobierno. Lo que no invirtió en el pasado, lo ha tenido que aplicar a los fallidos programas de seguridad y sociales a lo largo de todo el país.
Miles de millones de pesos se están invirtiendo en esta lucha, en esta batalla que está siendo perdida por el régimen de gobierno.
Si se desea ganar esta batalla, es necesario y urgente llegar a las clases desprotegidas, modificar los programas recaudatorios de todos los niveles de gobierno y disminuir los servicios básicos que otorga el gobierno.
Es necesario tomar decisiones que afecten a los monopolios que están en manos de los grandes grupos empresariales del país: gas, telefonía y telefonía celular.
La regulación del costo de la energía eléctrica, del agua potable y de los otros servicios es urgente.
No tomar decisiones a tiempo puede acelerar el problema social, económico y delictivo de todo el país.
Es importante aclarar que este movimiento social (disfrazado con la careta delincuencial), está apenas iniciando. No hacer nada en el 2010, será devastador en el 2011.
El no hacer nada contra los delincuentes es un camino espinoso para un gobierno insensible y corrupto. La estructura de combate es de arriba hacia abajo, para que los nuevos infractores de la ley adviertan que nadie puede estar por encima de la ley, incluyendo los políticos corruptos y nefastos que abundan en este país.
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